Parque El Rebote

Ubicación
Navojoa, Sonora, México

Año
2018

Categoría
Arquitectura, Espacio Público, Educación, Diseño Gráfico, Sustentabilidad

Área
5,800 M2

Estado
Construído

Como afirma Gaston Bachelard (1975) “El detalle de una cosa puede ser el signo de un mundo nuevo, de un mundo, que como todos los mundos, contiene los atributos de la grandeza” donde los principios del pensamiento creativo se forman a través del diseño, el eco-parque El Rebote es una fuente de experiencias fantásticas a través del mundo miniatura, un lugar que genera atmosferas de asombro, interacción y atención sincronizadas sobre el espacio construido.

A los pies del Río Mayo se encuentra Pueblo Viejo, sitio del proyecto, lugar de los grandes acontecimientos de los pobladores del Valle de Mayo, la comunidad en donde nace la actual ciudad de Navojoa ubicada al sur del estado de Sonora. El significado de Pueblo Viejo pareciera ser de tema caduco para muchos, para nosotros se traduce en la posibilidad, raíz, vida, tradición, identidad y cultura. Es a partir de esto que se forman los objetivos del proyecto.

Los sentidos (vista, gusto, tacto, oído, olfato) son el medio que nos permiten conocer el mundo y sus peculiaridades. Las capacidades sensoriales son la base del desarrollo perceptivo y cognitivo de las personas, esta es la primicia para diseñar herramientas que entablen la estimulación y extensión sensorial. El parque ofrece un ambiente natural de exploración-aprendizaje para niños y para niños grandes (generalmente llamados adultos) también.

Desde el ejercicio de mirar con una lupa los elementos naturales, en un juego de escalas y detalles, se alienta una relación evidente entre el ser humano que habita, que contempla, que usa el espacio con el contexto inmediato, la síntesis del planeta.

La percepción e intuición del usuario se alimenta a partir de la configuración del recorrido que inicia en un túnel hacia un mundo miniatura, a unos pasos de iniciar el trayecto los sentidos se concentran uno a uno mediante todos los elementos del parque.

Flores Gigantes

La iluminación viene desde estructuras de acero gigantes en forma de flores regionales, con una gama de colores, corolas y alturas diferentes formando en el horizonte un jardín colosal.

Sapos y Campanas

Incluso sin ser un espacio totalmente cerrado, se trabajó en la acústica del parque. Diseñamos un ambiente auditivo en donde además de poder escuchar los sonidos de la naturaleza instalamos instrumentos de percusión melódica, llamados sapos, al alcance de todos para armonizar. Junto a las flores gigantes se instalaron campanas de viento de diferentes tamaños que bailan, improvisan y vibran al ritmo de las corrientes de aire en diferentes temporadas.

Árbol Nacapule

El proyecto se organiza a través del reloj viviente de la comunidad, el árbol Nacapule ( Ficus Pertusa ) de más de 100 años de edad con sus raíces aéreas que han abrazado un muro de tabique, este elemento ha sido interpretado como el árbol de la vida, por su inestimable valor histórico, cultural y humano. Así, el espacio para contemplar este elemento materializa la relación hombre – naturaleza.

Mobiliario

Se trazó en líneas y formas básicas como punto de pausa, descanso y contemplación en la dinámica del parque. Una serie de esculturas de niños que juegan, leen, bailan se asentaron en los alrededores de los hitos dentro del parque. Los amigos imaginarios de la infancia, los componentes que invitan a re-conocer los espacios. Representamos a uno de los habitantes más antiguos y diversos de la naturaleza, el hongo, a través de piezas esculturales de acero que proporcionan la tan apreciada sombra.

Se integró el clásico experimento del teléfono de vasos, en esta ocasión la versión gigante para cautivar la imaginación y curiosidad en los visitantes, conocimiento práctico sobre las vibraciones y las ondas sonoras.

‘En la miniatura los valores se condensan y se enriquecen. Hay que rebasar la lógica para vivir lo grande que existe dentro de lo pequeño’

Gaston Bachelard